Fuente: http://www.ambito.com/diario/noticia.asp?id=731538
EL FACTOR OTHACEHÉ: ¿ESTRATEGIA O LASTRE?
Perfiles como los de Raúl Othacehé o Luis Barrionuevo cotizan alto en la política argentina. Ambos están lejos de ser los únicos en ofrecer un currículum poco apegado a la ejemplaridad democrática. No sólo los peronismos, sino que también el PRO o la alianza liderada por la UCR aceptan reglas de juego que se debaten entre la realpolitik y una sumisión que puede costar caro el día de mañana.Por: Matías Di Santi
A cuatro meses de las elecciones legislativas de medio término, tanto políticos como líderes sindicales comienzan a mostrar sus cartas de cara a 2015. Por caso, el intendente de Merlo, Raúl El Vasco Othacehé, tras jugar para el kirchnerismo hasta la pasada campaña, anunció su pase a las filas del massismo, y Luis Barrionuevo, dirigente del gremio de los gastronómicos, no ahorró fotos veraniegas con su histórico enemigoHugo Moyano y referentes multipartidarios que aspiran a suceder a Cristina Fernández de Kirchner.
Transcurridas tres décadas de democracia y en un contexto en el que la remanida renovación de la política se volvió a colar de lleno en varios de los discursos de los ganadores de las últimas elecciones, es válido preguntarse por qué viejos personajes de la derecha peronista (pero no sólo) que han utilizado prácticas poco democráticas para sostener su poder años siguen siendo convocados para el armado de alianzas políticas y/o sindicales. Y hasta qué punto la ciudadanía contribuye a que su capital político sea una necesidad para cualquier dirigente que desee llegar al Gobierno.
Es evidente que ningún líder político que busque ampliar su horizonte electoral, atraer a la influyente clase media porteña y frenar la indignación de conductores y oyentes radiales aceptará sacarse una foto desprestigiante a cambio de nada. Se trata, coinciden analistas, de una cuestión de votos. Desde el menemismo antes, como el massismo ahora, pasando por el kirchnerismo y el duhaldismo, los sectores políticos dirigenciales del peronismo han construido alianzas con líderes que juntan votos y no les importa cómo los juntan. Para eso existe una autonomía de los liderazgos municipales sobre la que sostienen sus alianzas provinciales o nacionales, señaló ante Viernes Marcelo Leiras, director de la carrera de Ciencias Políticas de la Universidad de San Andrés.
A similar conclusión llega Carlos Martínez, economista e investigador del Instituto del Conurbano de la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS): Perón dijo en el 73: 'Si quiero llevarme sólo a los buenos voy a quedarme con muy poquitos y en política con muy poquitos no se puede hacer mucho'. Eso y la noción del peronismo como movimiento amplio, antes que como un partido con una plataforma muy cerrada, sintetiza el hecho de que haya permitido la convivencia entre compañeros de ruta muy distintos. En tal sentido, todos los partidos y los movimientos con vocación real de poder se han aliado, al menos a nivel local o provincial, con dirigentes o grupos de perfiles contrarios, pero de quienes, se estima, se puede obtener un caudal de votos imprescindible.
Para Leiras, ese juego plantea que sea secundario si el dirigente proviene de la izquierda o de la derecha peronista, porque el tono ideológico lo pondrá el jefe de la coalición a escala nacional.
En esa línea, voces de la izquierda del kirchnerismo apelan al pragmatismo para explicar alianzas con enemigos históricos como El Vasco o Mario Ishii. En la línea descripta por Leiras, razonan que la conductora del proyecto transformador es Cristina; hay una dirección clara. El precio puede ser lacerante. Por caso, Martín Sabbatella, cuya fuerza, ampliando su radio de acción desde Morón, había logrado conformarse como la oposición más activa contra Othacehé, en las elecciones pasadas debió bajar la lista en Merlo por orden de Olivos. Amenazaba con que si no nos bajábamos, cerraba con Massa, dicen desde el partido Nuevo Encuentro de Sabbatella. El cierre de Othacehé con el exintendente de Tigre, finalmente, ocurrió en febrero.
EL ETERNO SOBREVIVIENTE
Cuando el alcalde de Merlo anunció hace un mes su nueva alianza con el Frente Renovador de Sergio Massa y el aparato de prensa de éste envió las fotos a todos los medios, el primero justificó su decisión en que el Gobierno nacional había dejado de escuchar la opinión de los intendentes y que veía al joven exjefe de Gabinete con las condiciones necesarias para gestionar la Argentina del futuro. Tampoco el massismo hizo un mayor esfuerzo retórico. Explicaron que el merlense era como un padrino político y personal de Sergio.
Las críticas del kirchnerismo contra Othacehé no tardaron en llegar: fue acusado de traidor y de oportunista. Los medios oficialistas sacaron a relucir denuncias de opositores y organismos de derechos humanos por persecución, enriquecimiento ilícito y otros graves delitos supuestamente cometidos por Othacehé y su entorno durante 23 años de gestión comunal. En el camino inverso, cierta prensa antikirchnerista archivó esos expedientes y otra priorizó anunciar el tembladeral que se produciría en el oficialismo si lo de Othacehé fuera el primer paso de un efecto dominó en favor de un frente que se llama renovador.
Consultada por este suplemento, la diputada nacional e integrante del Frente Amplio Progresista Victoria Dondaopinó En política hay tres caminos para hacer alianzas: la posición testimonial, que la ejercen aquellos partidos que no tienen vocación de mayoría; la posición de construir una alternativa política, que plantee un acuerdo sobre los marcos mínimos; y la tercera posición, que es comprar llave en mano, como lo está haciendo Massa. Esa unidad busca tener votos asegurados, sin importar que contradiga el discurso de renovación, ni que se avalen prácticas mafiosas o propias de la dictadura como las que utiliza Othacehé.
En este sentido, según la diputada (integrante del oficialismo hasta 2008), el acuerdo político con Othacehé (integrante del oficialismo hasta 2014) soslaya principios básicos de respeto a los derechos humanos.
Pero, amén de las acusaciones, el politólogo (UBA) y experto en datos y estadísticas electorales Andy Towintroduce otra faceta sobre el porqué de esta alianza: A Massa le fue mejor en los municipios cuyos intendentes abiertamente lo apoyaban, como San Isidro, Malvinas Argentinas y San Miguel, entre muchos otros. Este fenómeno de 'territorialización' sugiere que el massismo es más fuerte si juega de local. De esta manera, combina el apoyo del aparato justicialista municipal con el 'voto útil' antikirchnerista, ante la debilidad del radicalismo-socialismo como opción de poder en la provincia y, sobre todo, en el conurbano.
Así, según Martínez, el experto en el conurbano de la Universidad de General Sarmiento, Othacehé le da a Massa, como (el intendente de Tres de Febrero, Hugo) Curto a Cristina, la posibilidad de desarrollar a nivel territorial la campaña, con dispositivos políticos bien aceitados, presencia en todas las zonas del territorio y una red de militantes y fiscales. Cualquier candidato opositor, a nivel local, apoyado 'desde arriba', no cuenta con todo ello.
El Vasco es intendente desde 1991, cuando fue elegido junto a la boleta de gobernador de Duhalde; renovando con Menem presidente y Duhalde gobernador en 1995; con Duhalde presidente y Ruckauf gobernador en 1999; con Solá gobernador en 2003; con Cristina presidente y Scioli gobernador en 2007 y 2011, no obteniendo para intendente menos del 40% de los votos, enumera Tow. La de 2013 fue la peor elección que hizo en su historia, con menos del 37% de los votos y una diferencia de tres puntos sobre el segundo, referente del massismo, acota.
El también blogger y autor del Atlas Electoral remarca, entonces, que la jugada trae beneficios para ambos, una apreciación con la que coincide Leiras: Lo que está buscando Massa es tener votos y una estructura asegurada, mientras que lo que está buscando Othacehé es que Massa no apoye a otro candidato en Merlo, porque es muy posible que luego de una ajustada victoria, pierda el municipio en la próxima elección quedándose en el tren kirchnerista. De esta manera, puede triunfar al cooptar al principal competidor.
Podrá argumentarse que los peronismos son más propensos que el resto a subir a su barco a dirigentes que quemaron urnas o amedrentaron a opositores como práctica política. En rigor, para las opciones de centroderecha que dan pelea, sea el PRO de Mauricio Macri o los frentes hilvanados por Francisco de Narváez,sumar a un barón del conurbano no es motivo de inhibición alguna. Ninguno de los dos disimula que las puertas están abiertas a casi todo el mundo.
Sin embargo, en el espacio no peronista de centro tampoco parece haber demasiados pruritos. En el caso de la UCR, la alianza con De Narváez en 2011 fue parte de un combo que incluyó listas no del todo ejemplares, y el único distrito del Gran Buenos Aires gobernado por un hombre surgido de sus comités, San Isidro, tiene en la intendencia al mismo apellido desde 1983. Gustavo Posse (hoy con Massa, ayer con Macri, antes con el kirchnerismo y siempre en la UCR) enarboló en abril de 2009 la poco republicana idea de construir un muro de separación entre un barrio de San Isidro de otro más pobre de San Fernando, lo que no fue óbice para que formara parte, meses después, del Acuerdo Cívico y Social supuestamente de centroizquierda que integraron radicales, socialistas y los partidos de Carrió y Stolbizer.
UN POPE ENTRE MUCHOS
La supervivencia de los viejos dirigentes de la derecha peronista, como el intendente de Merlo, no sólo se da en el mapa político argentino, sino también en el sindical. Tal es el caso de Luis Barrionuevo.
Su última jugada es haber logrado colocar a varios de sus hombres en las listas del Frente Renovador, para luego abrir el diálogo junto con Hugo Moyano con referentes políticos de otros espacios no peronistas. Una forma de dejar patentado en la tapa de los diarios el inicio del ciclo poskirchnerista.
Los críticos de Barrionuevo mencionan dos elementos básicos a la hora de la descalificación. Su toma por asalto de un sindicato en 1975 y el incendio de urnas en Catamarca en 2003. Se suma otro hecho clave que agudiza la pregunta sobre su permanencia en las grandes ligas. A diferencia de Othacehé, que puede garantizar la victoria en un territorio populoso, la performance electoral de Barrionuevo es más bien pobre y el sindicato que maneja no se destaca ni por su peso en la economía ni por tener especialmente felices a sus afiliados. Es difícil saber cuánto pesa Barrionuevo desde el punto de vista electoral después del escándalo de la quema de urnas, pero tiene mucho dinero y mucha llegada a la prensa, además de ser un empresario que ha sabido conservar la confianza de políticos que aún hoy manejan nichos de poder, observa Leiras.
Algunas de las amistades que supo cultivar el pope gastronómico fueron los influyentes Enrique Coti Nosiglia yJosé Luis Manzano, ambos ministros del Interior, uno de Raúl Alfonsín, otro de Carlos Menem, hoy devenidos en hombres de negocios y operadores en las sombras.
En los hechos, Barrionuevo también conserva cierto capital político en la provincia a través de Graciela Camaño, que además de actual diputada nacional es esposa y alfil político del sindicalista. Según Tow, en la Cámara de Diputados logró cierta autoridad por antigüedad, luego de haber sido presidenta de la Comisión de Asuntos Constitucionales, que es una de las más importantes, y secretaria parlamentaria del bloque justicialista, donde conseguía votos y ordenaba a la tropa para que todos fueran a votar y no hubiera errores. Al mismo tiempo, Camaño fue ministra de Trabajo de Duhalde, en épocas del Plan Jefas y Jefes de Hogar, y de las manzaneras, lo que le brindó también conocimiento y poder territorial.
La hegemonía lograda al frente del gremio gastronómico, que lo acaba de ratificar como secretario general hasta 2017, también es un atractivo político de Barrionuevo en un mundo sindical donde la antigüedad es sinónimo de fortaleza y representatividad. No es casualidad que los veinte gremios con mayor cantidad de afiliados en la Argentina tengan líderes cuyo promedio de permanencia en el cargo sea de casi 21 años, mientras que el líder gastronómico tiene casi treinta.
Esto, a pesar de que el nivel de trabajo en negro, es decir de trabajadores que no tienen jubilación ni obra social, llega al 35% del total en el caso de los restoranes, según datos del Programa Nacional de Regularización del Trabajo (PNRT). Este dato ubica a ese sector sólo por detrás de otros rubros con alta informalidad, como la construcción (49%) y el sector agropecuario (46%, según las estadísticas más conservadoras).
LOS NÚMEROS NO SON TODO
De igual modo que Barrionuevo, los indicadores de gestión de Othacehé muestran grandes cuentas pendientes. Aunque mejoraron en relación con 2001, Merlo sigue siendo uno de los municipios más pobres del Gran Buenos Aires. De acuerdo con la base Infoargentina de Unicef, sobre datos oficiales, figura por debajo del promedio de los 24 partidos del conurbano en cobertura cloacal y de agua corriente, y tiene una tasa de mortalidad infantil de 14,4 cada cien mil nacidos vivos, por encima del índice que presenta la provincia (11,4) e, incluso, la Nación (11,1).
Entonces, ¿por qué sus representados los eligen? Ciertos especialistas argumentan la permanencia del barrionuevismo al frente del gremio por la falta de democracia sindical en el movimiento obrero. Las elecciones sindicales, en cuestiones tales como la determinación de los padrones, la oficialización de listas, el mismo proceso de votación, el sufragio, no cuentan ni con el mismo nivel de visibilidad y transparencia, ni de garantías que las elecciones de autoridades políticas, detalla Martínez, y agrega que esta situación se acentúa cuando el nivel de sindicalización y participación es bajo, ya que en la Argentina la cobertura general de la negociación colectiva y de la sindicalización es de las más altas de la región, pero resulta bastante baja en algunos sectores como, justamente, los gastronómicos.
En el caso del intendente de Merlo, las causas son otras. Tow afirma que la victoria de Othacehé en seis elecciones consecutivas fue posible porque, a lo largo de más de dos décadas de hegemonía, logró atomizar a la oposición política del municipio (ver recuadro). En segundo lugar, el especialista en datos electorales describe que el núcleo del intendente son sectores de nivel socioeconómico bajo, dependientes del clientelismo y movilizables por el 'aparato'.
Esa estructura también se mantiene, según la diputada Donda, por los beneficios básicos que otorgan las fuerzas oficialistas a una población muy empobrecida. Si yo lo único que tengo para darle a mi hija es la bolsa de comida por semana que me da el municipio y no veo otro partido que me garantice una mejora a ese piso, me voy a asegurar esa bolsa por semana, grafica.
Javier Auyero, profesor y doctor en Sociología por la New School for Social Research, además de autor de varios estudios de campo en el conurbano, disiente de esta visión. Plantea que no existe el intercambio lineal de favores de los intendentes por votos de los sectores populares, sino más bien una reciprocidad difusa. Lo que establecen las redes clientelares es una cierta circulación. Pero una cosa es la circulación y otra es causalidad: una cosa es detectar que van bienes y vuelven apoyos, y otra cosa es decir que los bienes causan el apoyo. Los apoyos pueden venir por causas subjetivas, afectivas. El clientelismo no gana elecciones, lo que resuelve es un problema organizacional para un partido político moderno: ¿Qué hago entre las elecciones? Resuelvo problemas, distribuyo recursos, ayudo a hacer trámites, explicó Auyero en una entrevista publicada en 2011 por la revista Debate.
Por su parte, Leiras problematiza más el asunto y concluye que mientras la promesa de protección social creíble para los electorados más pobres siga viniendo de candidatos del PJ, y esta promesa excede largamente el clientelismo, la distinción entre el peronismo y el resto se mantendrá como dato relevante.
@matydisanti
Transcurridas tres décadas de democracia y en un contexto en el que la remanida renovación de la política se volvió a colar de lleno en varios de los discursos de los ganadores de las últimas elecciones, es válido preguntarse por qué viejos personajes de la derecha peronista (pero no sólo) que han utilizado prácticas poco democráticas para sostener su poder años siguen siendo convocados para el armado de alianzas políticas y/o sindicales. Y hasta qué punto la ciudadanía contribuye a que su capital político sea una necesidad para cualquier dirigente que desee llegar al Gobierno.
Es evidente que ningún líder político que busque ampliar su horizonte electoral, atraer a la influyente clase media porteña y frenar la indignación de conductores y oyentes radiales aceptará sacarse una foto desprestigiante a cambio de nada. Se trata, coinciden analistas, de una cuestión de votos. Desde el menemismo antes, como el massismo ahora, pasando por el kirchnerismo y el duhaldismo, los sectores políticos dirigenciales del peronismo han construido alianzas con líderes que juntan votos y no les importa cómo los juntan. Para eso existe una autonomía de los liderazgos municipales sobre la que sostienen sus alianzas provinciales o nacionales, señaló ante Viernes Marcelo Leiras, director de la carrera de Ciencias Políticas de la Universidad de San Andrés.
A similar conclusión llega Carlos Martínez, economista e investigador del Instituto del Conurbano de la Universidad Nacional de General Sarmiento (UNGS): Perón dijo en el 73: 'Si quiero llevarme sólo a los buenos voy a quedarme con muy poquitos y en política con muy poquitos no se puede hacer mucho'. Eso y la noción del peronismo como movimiento amplio, antes que como un partido con una plataforma muy cerrada, sintetiza el hecho de que haya permitido la convivencia entre compañeros de ruta muy distintos. En tal sentido, todos los partidos y los movimientos con vocación real de poder se han aliado, al menos a nivel local o provincial, con dirigentes o grupos de perfiles contrarios, pero de quienes, se estima, se puede obtener un caudal de votos imprescindible.
Para Leiras, ese juego plantea que sea secundario si el dirigente proviene de la izquierda o de la derecha peronista, porque el tono ideológico lo pondrá el jefe de la coalición a escala nacional.
En esa línea, voces de la izquierda del kirchnerismo apelan al pragmatismo para explicar alianzas con enemigos históricos como El Vasco o Mario Ishii. En la línea descripta por Leiras, razonan que la conductora del proyecto transformador es Cristina; hay una dirección clara. El precio puede ser lacerante. Por caso, Martín Sabbatella, cuya fuerza, ampliando su radio de acción desde Morón, había logrado conformarse como la oposición más activa contra Othacehé, en las elecciones pasadas debió bajar la lista en Merlo por orden de Olivos. Amenazaba con que si no nos bajábamos, cerraba con Massa, dicen desde el partido Nuevo Encuentro de Sabbatella. El cierre de Othacehé con el exintendente de Tigre, finalmente, ocurrió en febrero.
EL ETERNO SOBREVIVIENTE
Cuando el alcalde de Merlo anunció hace un mes su nueva alianza con el Frente Renovador de Sergio Massa y el aparato de prensa de éste envió las fotos a todos los medios, el primero justificó su decisión en que el Gobierno nacional había dejado de escuchar la opinión de los intendentes y que veía al joven exjefe de Gabinete con las condiciones necesarias para gestionar la Argentina del futuro. Tampoco el massismo hizo un mayor esfuerzo retórico. Explicaron que el merlense era como un padrino político y personal de Sergio.
Las críticas del kirchnerismo contra Othacehé no tardaron en llegar: fue acusado de traidor y de oportunista. Los medios oficialistas sacaron a relucir denuncias de opositores y organismos de derechos humanos por persecución, enriquecimiento ilícito y otros graves delitos supuestamente cometidos por Othacehé y su entorno durante 23 años de gestión comunal. En el camino inverso, cierta prensa antikirchnerista archivó esos expedientes y otra priorizó anunciar el tembladeral que se produciría en el oficialismo si lo de Othacehé fuera el primer paso de un efecto dominó en favor de un frente que se llama renovador.
Consultada por este suplemento, la diputada nacional e integrante del Frente Amplio Progresista Victoria Dondaopinó En política hay tres caminos para hacer alianzas: la posición testimonial, que la ejercen aquellos partidos que no tienen vocación de mayoría; la posición de construir una alternativa política, que plantee un acuerdo sobre los marcos mínimos; y la tercera posición, que es comprar llave en mano, como lo está haciendo Massa. Esa unidad busca tener votos asegurados, sin importar que contradiga el discurso de renovación, ni que se avalen prácticas mafiosas o propias de la dictadura como las que utiliza Othacehé.
En este sentido, según la diputada (integrante del oficialismo hasta 2008), el acuerdo político con Othacehé (integrante del oficialismo hasta 2014) soslaya principios básicos de respeto a los derechos humanos.
Pero, amén de las acusaciones, el politólogo (UBA) y experto en datos y estadísticas electorales Andy Towintroduce otra faceta sobre el porqué de esta alianza: A Massa le fue mejor en los municipios cuyos intendentes abiertamente lo apoyaban, como San Isidro, Malvinas Argentinas y San Miguel, entre muchos otros. Este fenómeno de 'territorialización' sugiere que el massismo es más fuerte si juega de local. De esta manera, combina el apoyo del aparato justicialista municipal con el 'voto útil' antikirchnerista, ante la debilidad del radicalismo-socialismo como opción de poder en la provincia y, sobre todo, en el conurbano.
Así, según Martínez, el experto en el conurbano de la Universidad de General Sarmiento, Othacehé le da a Massa, como (el intendente de Tres de Febrero, Hugo) Curto a Cristina, la posibilidad de desarrollar a nivel territorial la campaña, con dispositivos políticos bien aceitados, presencia en todas las zonas del territorio y una red de militantes y fiscales. Cualquier candidato opositor, a nivel local, apoyado 'desde arriba', no cuenta con todo ello.
El Vasco es intendente desde 1991, cuando fue elegido junto a la boleta de gobernador de Duhalde; renovando con Menem presidente y Duhalde gobernador en 1995; con Duhalde presidente y Ruckauf gobernador en 1999; con Solá gobernador en 2003; con Cristina presidente y Scioli gobernador en 2007 y 2011, no obteniendo para intendente menos del 40% de los votos, enumera Tow. La de 2013 fue la peor elección que hizo en su historia, con menos del 37% de los votos y una diferencia de tres puntos sobre el segundo, referente del massismo, acota.
El también blogger y autor del Atlas Electoral remarca, entonces, que la jugada trae beneficios para ambos, una apreciación con la que coincide Leiras: Lo que está buscando Massa es tener votos y una estructura asegurada, mientras que lo que está buscando Othacehé es que Massa no apoye a otro candidato en Merlo, porque es muy posible que luego de una ajustada victoria, pierda el municipio en la próxima elección quedándose en el tren kirchnerista. De esta manera, puede triunfar al cooptar al principal competidor.
Podrá argumentarse que los peronismos son más propensos que el resto a subir a su barco a dirigentes que quemaron urnas o amedrentaron a opositores como práctica política. En rigor, para las opciones de centroderecha que dan pelea, sea el PRO de Mauricio Macri o los frentes hilvanados por Francisco de Narváez,sumar a un barón del conurbano no es motivo de inhibición alguna. Ninguno de los dos disimula que las puertas están abiertas a casi todo el mundo.
Sin embargo, en el espacio no peronista de centro tampoco parece haber demasiados pruritos. En el caso de la UCR, la alianza con De Narváez en 2011 fue parte de un combo que incluyó listas no del todo ejemplares, y el único distrito del Gran Buenos Aires gobernado por un hombre surgido de sus comités, San Isidro, tiene en la intendencia al mismo apellido desde 1983. Gustavo Posse (hoy con Massa, ayer con Macri, antes con el kirchnerismo y siempre en la UCR) enarboló en abril de 2009 la poco republicana idea de construir un muro de separación entre un barrio de San Isidro de otro más pobre de San Fernando, lo que no fue óbice para que formara parte, meses después, del Acuerdo Cívico y Social supuestamente de centroizquierda que integraron radicales, socialistas y los partidos de Carrió y Stolbizer.
UN POPE ENTRE MUCHOS
La supervivencia de los viejos dirigentes de la derecha peronista, como el intendente de Merlo, no sólo se da en el mapa político argentino, sino también en el sindical. Tal es el caso de Luis Barrionuevo.
Su última jugada es haber logrado colocar a varios de sus hombres en las listas del Frente Renovador, para luego abrir el diálogo junto con Hugo Moyano con referentes políticos de otros espacios no peronistas. Una forma de dejar patentado en la tapa de los diarios el inicio del ciclo poskirchnerista.
Los críticos de Barrionuevo mencionan dos elementos básicos a la hora de la descalificación. Su toma por asalto de un sindicato en 1975 y el incendio de urnas en Catamarca en 2003. Se suma otro hecho clave que agudiza la pregunta sobre su permanencia en las grandes ligas. A diferencia de Othacehé, que puede garantizar la victoria en un territorio populoso, la performance electoral de Barrionuevo es más bien pobre y el sindicato que maneja no se destaca ni por su peso en la economía ni por tener especialmente felices a sus afiliados. Es difícil saber cuánto pesa Barrionuevo desde el punto de vista electoral después del escándalo de la quema de urnas, pero tiene mucho dinero y mucha llegada a la prensa, además de ser un empresario que ha sabido conservar la confianza de políticos que aún hoy manejan nichos de poder, observa Leiras.
Algunas de las amistades que supo cultivar el pope gastronómico fueron los influyentes Enrique Coti Nosiglia yJosé Luis Manzano, ambos ministros del Interior, uno de Raúl Alfonsín, otro de Carlos Menem, hoy devenidos en hombres de negocios y operadores en las sombras.
En los hechos, Barrionuevo también conserva cierto capital político en la provincia a través de Graciela Camaño, que además de actual diputada nacional es esposa y alfil político del sindicalista. Según Tow, en la Cámara de Diputados logró cierta autoridad por antigüedad, luego de haber sido presidenta de la Comisión de Asuntos Constitucionales, que es una de las más importantes, y secretaria parlamentaria del bloque justicialista, donde conseguía votos y ordenaba a la tropa para que todos fueran a votar y no hubiera errores. Al mismo tiempo, Camaño fue ministra de Trabajo de Duhalde, en épocas del Plan Jefas y Jefes de Hogar, y de las manzaneras, lo que le brindó también conocimiento y poder territorial.
La hegemonía lograda al frente del gremio gastronómico, que lo acaba de ratificar como secretario general hasta 2017, también es un atractivo político de Barrionuevo en un mundo sindical donde la antigüedad es sinónimo de fortaleza y representatividad. No es casualidad que los veinte gremios con mayor cantidad de afiliados en la Argentina tengan líderes cuyo promedio de permanencia en el cargo sea de casi 21 años, mientras que el líder gastronómico tiene casi treinta.
Esto, a pesar de que el nivel de trabajo en negro, es decir de trabajadores que no tienen jubilación ni obra social, llega al 35% del total en el caso de los restoranes, según datos del Programa Nacional de Regularización del Trabajo (PNRT). Este dato ubica a ese sector sólo por detrás de otros rubros con alta informalidad, como la construcción (49%) y el sector agropecuario (46%, según las estadísticas más conservadoras).
LOS NÚMEROS NO SON TODO
De igual modo que Barrionuevo, los indicadores de gestión de Othacehé muestran grandes cuentas pendientes. Aunque mejoraron en relación con 2001, Merlo sigue siendo uno de los municipios más pobres del Gran Buenos Aires. De acuerdo con la base Infoargentina de Unicef, sobre datos oficiales, figura por debajo del promedio de los 24 partidos del conurbano en cobertura cloacal y de agua corriente, y tiene una tasa de mortalidad infantil de 14,4 cada cien mil nacidos vivos, por encima del índice que presenta la provincia (11,4) e, incluso, la Nación (11,1).
Entonces, ¿por qué sus representados los eligen? Ciertos especialistas argumentan la permanencia del barrionuevismo al frente del gremio por la falta de democracia sindical en el movimiento obrero. Las elecciones sindicales, en cuestiones tales como la determinación de los padrones, la oficialización de listas, el mismo proceso de votación, el sufragio, no cuentan ni con el mismo nivel de visibilidad y transparencia, ni de garantías que las elecciones de autoridades políticas, detalla Martínez, y agrega que esta situación se acentúa cuando el nivel de sindicalización y participación es bajo, ya que en la Argentina la cobertura general de la negociación colectiva y de la sindicalización es de las más altas de la región, pero resulta bastante baja en algunos sectores como, justamente, los gastronómicos.
En el caso del intendente de Merlo, las causas son otras. Tow afirma que la victoria de Othacehé en seis elecciones consecutivas fue posible porque, a lo largo de más de dos décadas de hegemonía, logró atomizar a la oposición política del municipio (ver recuadro). En segundo lugar, el especialista en datos electorales describe que el núcleo del intendente son sectores de nivel socioeconómico bajo, dependientes del clientelismo y movilizables por el 'aparato'.
Esa estructura también se mantiene, según la diputada Donda, por los beneficios básicos que otorgan las fuerzas oficialistas a una población muy empobrecida. Si yo lo único que tengo para darle a mi hija es la bolsa de comida por semana que me da el municipio y no veo otro partido que me garantice una mejora a ese piso, me voy a asegurar esa bolsa por semana, grafica.
Javier Auyero, profesor y doctor en Sociología por la New School for Social Research, además de autor de varios estudios de campo en el conurbano, disiente de esta visión. Plantea que no existe el intercambio lineal de favores de los intendentes por votos de los sectores populares, sino más bien una reciprocidad difusa. Lo que establecen las redes clientelares es una cierta circulación. Pero una cosa es la circulación y otra es causalidad: una cosa es detectar que van bienes y vuelven apoyos, y otra cosa es decir que los bienes causan el apoyo. Los apoyos pueden venir por causas subjetivas, afectivas. El clientelismo no gana elecciones, lo que resuelve es un problema organizacional para un partido político moderno: ¿Qué hago entre las elecciones? Resuelvo problemas, distribuyo recursos, ayudo a hacer trámites, explicó Auyero en una entrevista publicada en 2011 por la revista Debate.
Por su parte, Leiras problematiza más el asunto y concluye que mientras la promesa de protección social creíble para los electorados más pobres siga viniendo de candidatos del PJ, y esta promesa excede largamente el clientelismo, la distinción entre el peronismo y el resto se mantendrá como dato relevante.
@matydisanti
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